¡Que guay! Ya era viernes por la mañana, Juan Carlos había aceptado mi invitación e íbamos a salir a cenar los tres, tenía que acercarme a casa de Rosa, por fin había encontrado la tela del sofá y el lunes si todo iba bien ya iban los pintores, no sabía que decirle a Rosa sobre el tema de la cena y la verdad no se a que vino tanta comedura de coco, no podía ignorar el hecho de que Rosa salía con Juan Carlos y ello me llevo a pensar que resultaba ridículo ir a su casa y hablar con ella sin comentar nada al respecto. Aunque la verdad que necesidad había de sacar el tema, sí alguien tenía que decírselo a ella ese era Juan Carlos, Toni me había dicho que "nanai de la china, de comentar nada, ya se apañarán" palabras textuales, y visto desde el mejor prisma de todos, la mejor opción. Así que me fuí a su casa, y antes de irme, bajó a saludarme.

-¡Hola Avelina!
-¡Hola! No sabía que estabas en casa.
-Sí los viernes suelo quedarme en casa a trabajar, pero hoy estoy espesa.
-Pasa a veces.
-Últimamente más de lo que debería. Por cierto tienes planes para comer.
-No.
-Te invito, ¿qué, te apuntas?
-Me apunto.
- Voy a por mi bolso y vengo.
-Vale te espero.

Me apetecía ir a comer con ella, sería divertido, me caía bien y era una mujer interesante, era algo raro, no por que fuera mi jefa sino por que era la novia, o más bien amante de Juan Carlos, yo pensaba que su relación no era positiva para él, era incapaz de amarla y ser feliz y aún así me caía bien.

-Ya estoy ¿nos vamos?
-Vale.
-¿Qué quieres comer?
-Me da igual, elige tú.
-Creo que la mejor opción es un restaurante que hay aquí cerca, muy bueno, tienen de todo.
-Pues vamos.
-Vamos en mi coche.

Durante el trayecto y parte importante de la comida tuvimos una conversación fluida de temas diversos, no personales. Pero ya en el segundo plato Juan Carlos salió a conversación, y no fui yo quien sacó el tema, supongo que esta era la parte que hubiera preferido no vivir.

-Supongo que Juan Carlos te ha contado.
-Sí algo me ha dicho.-Puse cara rara, aunque ella tenía muy claro de lo que quería hablar.
-Menudo lio, sabes me había propuesto no sacar el tema, de hecho no suelo ser muy abierta a la hora de comentar mi vida personal, pero hay algo en ti que me inspira confianza.
-Gracias.-Me gustó lo que oí, si se lo contara a mi padre seguro que le restaría importancia.
-En realidad no se que decirte, creo que debes pensar que me aprovecho de él, yo una mujer casada, y lo cierto es que en parte me siento así muchas veces, pero las cosas son más complicadas de lo que parecen.
-O más sencillas de lo que uno quiere verlas. -Me arrepentí de mis palabras en el mismo momento en que las pronuncié, cuidado Avelina, son arenas movedizas y deberías tener miedo de lo que dices, pensé,pero aún así fui imprudente, tal vez el vino.
-Sí, creo que no ha sido buena idea sacar el tema.
-Perdona, no pretendo juzgar a nadie, aunque eso sea lo que parece.
-Tranquila, ya me lo imagino. Él es tú amigo, y ha sido de poco tacto sacar el tema, más bien un accidente en la conversación y veo que sin decir prácticamente nada, nos lo hemos dicho todo. Sólo quiero que sepas que le aprecio más de lo que tú te crees y no pretendo hacer daño a nadie.
-No tienes pinta de mala. -Le sonreí, me sabía mal.
-Gracias, bueno pues cambiemos de tema.

Y así hicimos, no volvimos a mencionar el tema y a parte de ese pequeño momento incómodo, disfruté la comida. Nos fuimos a su casa y me despedí, quería descansar algo antes de la cena, ya en el coche, pensé en lo complicada que resulta la vida para algunos, y aunque me había sentido incómoda durante un instante, me dio cierta lástima la parte de Rosa que vi, no era una mujer poniéndome en una situación incómoda, tal vez simplemente no tenía con quien hablar, y no creo que su preocupación fuera justificarse así misma ante mí, simplemente se dejó llevar, no se, me daba pena. 

Cuando llegué a casa de mis padres, ya eran las cinco y pensé en llamar a Toni  para ver que hacía.

-Hola nene.
-Hola nena.
-¿Donde estás?
-En mi casa, tirado en el sofá. ¿Y tú?
-Yo he llegado a casa de mis padres.
-¿Qué vas a hacer?
-Estoy un poco cansada, y si hay que salir esta noche.
-Si quieres vente a hacer la siesta a casa.
-No se si descansaré mucho en tú casa, creo que me voy a la mía.
-Tú te lo pierdes, ¿a qué hora quieres que te recoja?
-Hemos quedado para cenar a las 10. Pero puedes venir antes.
-Vale, llamame cuando te levantes de la siesta.
-Vale.

Entré en casa de mis padres a devolver la llave. Me quedé un ratito y me fui a  dormir que ya no podía más.